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Mejora de la Administración

Educación, Formación y desarrollo de Competencias en la Administración del futuro

Enlazo este artículo con dos entradas recientes en mi blog: la referida al libro «La nueva gestión pública» y la más reciente destinada a algunas reflexiones sobre el debate de robótica e inteligencia artificial, titulada «El arte de pensar«.

La reflexión de partida la expresaba Jesús Moreno en CNIS 2018, planteando que, si pronto las máquinas serán capaces de responder mejor a los test estandarizados educativos, ¿qué sentido tiene que preparemos a los alumnos para dichos test, si en cualquier caso las máquinas nos van a sacar ventaja?.

El planteamiento tiene importantes implicaciones respecto a la naturaleza de la enseñanza y el aprendizaje, y también respecto al enfoque que reciben actualmente la inmensa mayoría de las actividades de formación administrativa e incluso empresarial.

Sabemos que, en la Administración, la formación no está orientada al desarrollo de competencias. Está fundamentalmente orientada a la acumulación de «horas de formación reconocida», como bagaje esencial a aportar en los diversos concursos de traslados, la que, junto con la antigüedad, determinará la posición relativa de cada funcionario en el concurso, y con ello, las posibilidades de obtener la plaza deseada.

Ahora bien, debemos suponer que lo que necesita la Administración, como cualquier organización, es maximizar el rendimiento de sus empleados para lograr cubrir sus necesidades administrativas con la máxima eficacia y eficiencia. Y para lograrlo se necesita que los empleados tengan las competencias adecuadas para el puesto de trabajo que deben desempeñar. O, de no ser así, las tareas asociadas a dicho puesto podrán ser realizadas con mayor eficacia y eficiencia por algún sistema automático, dotado de la capacidad y entrenamiento suficiente para mejorar al empleado público en dichas tareas y con un coste inferior.

Quisiera en este punto intentar romper un mito: el de la contraposición hombre-máquina. Estamos con frecuencia cayendo en la trampa de suponer que el «puesto de trabajo» es un bien en disputa entre dos entidades con naturalezas diferentes, en el cual tendremos un «vencedor» y un «perdedor». Con lo cual nos puede hacer sentir animadversión hacia esas máquinas que intentan desalojarnos de nuestros (logrados con gran esfuerzo) puestos de trabajo.

Pero eso sería no entender la naturaleza de los cambios que están sucediendo. Pondré un ejemplo.

Cuando empecé a estudiar en la universidad, la «herramienta tecnológica» por excelencia era la regla de cálculo. Pero en aquella época empezaron a estar disponibles, a un precio asequible, las calculadoras electrónicas portátiles. Como consecuencia, se prohibieron las calculadoras en los exámenes, ya que otorgaba una ventaja notable, al hacer los cálculos, de los alumnos que las tenían sobre los que no las tenían.

Regla de Calculo - Pixabay - carlosdepazvillasenin Calculadora by Seth Morabito
Regla de cálculo y calculadora. Imagen elaborada a partir de dos imágenes originales, de Carlos de Paz Villasenin (Pixabay) y Seth Morabito (Flickr).

Es decir, que la esencia del examen era obtener las cifras correctas que resolvían los problemas planteados. Y sin embargo, ese planteamiento colocaba en clara desventaja a los humanos frente a las máquinas, las cuales inevitablemente serían más rápidas y precisas en la realización de las operaciones matemáticas.

El planteamiento inteligente, para aquellas pruebas que requerían las asignaturas, hubiera debido ser medir las capacidades de los alumnos para resolver los problemas CON la ayuda de la calculadora, o en otras palabras, requerir como respuesta a los problemas no la cifra final exacta, sino el procedimiento para obtenerla con los medios mecánicos disponibles entonces.

Pero este planteamiento tenía un problema, y es que es mucho más fácil y rápido corregir un examen comparando dos cifras que revisando el desarrollo correcto de un procedimiento. Debo decir, en honor a la verdad, que a medida que se avanzaba de curso en curso, los planteamientos inteligentes fueron ganando partido a los planteamientos mecanicistas en los exámenes.

En definitiva, lo que esperamos (o deberíamos esperar) de la educación y la formación, es la capacidad de los alumnos de resolver problemas utilizando los medios disponibles a su alcance actualmente. Y estos medios incluyen, inevitablemente, la panoplia de ordenadores, aplicaciones y servicios digitales que ya hoy están ampliamente disponibles para cualquier ciudadano.

Y dicha capacidad de uso y aprovechamiento de los medios digitales con un fin determinado es simplemente lo que denominamos Competencia Digital.

En el momento en que los empleados públicos dispongan de la suficiente competencia digital para realizar sus funciones y se les dote de los medios digitales en consonancia con dichas funciones, entonces no tendremos nada que temer: las máquinas no serán nuestros enemigos, sino nuestros aliados, pues nos convertirán en una especie de cíborg: un «funcionario aumentado» capaz de hacer más y mejores cosas apoyado en las máquinas.

Lo que nos lleva a una segunda consideración: las especiales características de los procesos de educación, formación, y construcción del conocimiento que han sido profundamente alteradas por las tecnologías digitales, y cómo en dichos procesos cobra un papel fundamental y catalizador el concepto de Educación Abierta.

Esto es así debido a las características de escalabilidad casi infinita a costes ínfimos que permite Internet, y las tecnologías digitales en general, respecto a la obtención, almacenamiento, procesado y explotación de la información. Para explicarlo mejor, pondré también un ejemplo.

Tradicionalmente, la educación y formación se han venido organizando en torno al concepto de «clase», un espacio donde se reúnen los alumnos y el profesor, y donde se estudia una determinada materia.

La llegada del mundo digital ha cambiado algunas cosas en la clase, pero en general no  la esencia del concepto de clase que percibimos la mayoría de nosotros.

Y, sin embargo, los procesos de aprendizaje y de generación del conocimiento, que por norma general se apoyan en los conocimientos previos de otros, así como en el proceso social de intercambio de dichos conocimientos y experiencias, pueden acelerarse enormemente si ampliamos el concepto de clase a un grupo más amplio, lo que en algunos casos se conoce como «comunidades de práctica».

Como ejemplo (antes prometido), veamos cómo se conciben y desarrollan los MOOC del INTEF:

  1. La inscripción es abierta, es decir, cualquier persona, interesada en la temática, puede inscribirse. Esto facilita la diversidad y como consecuencia aumenta las oportunidades de intercambio, aprendizaje, y de generación de nuevo conocimiento, al ser una de las características esenciales que precisan los procesos de innovación.
  2. Los materiales formativos del curso son abiertos, es decir, están disponibles para todos los alumnos inscritos en el curso, pero también para todos los no inscritos. Y están disponibles también una vez que el curso ha concluido. Por lo tanto, además de los alumnos «oficiales» del curso, muchas otras personas pueden aprender en base a dichos materiales, lo que multiplica la utilidad y el aprendizaje derivado de los mismos, a un coste prácticamente cero.
  3. Los materiales generados por los alumnos, como parte de las tareas encomendadas, son también abiertos, por ser uno de los requisitos que aceptan los alumnos al inscribirse. Este efecto se suma al efecto anterior, de generación de información y de «artefactos digitales» que son únicos y añadidos a cada clase y curso en particular, y que pueden ser utilizados, a su vez, por cualquiera.
  4. Finalmente, los procesos de evaluación del aprendizaje de competencias, que se realizan en base a las actividades propuestas, son evaluadas principalmente entre pares, y pasan a formar parte de las evidencias de aprendizaje de las competencias, y al ser abiertas, son fácilmente demostrables ante terceros: aquellos que pueden estar interesados en «contratar» a las personas con las competencias requeridas pueden verificar por sí mismos la existencia de dichas evidencias, sin tener que pasar por un posible tribunal calificador en el que tendríamos que depositar (o no) nuestra confianza.

Incidentalmente, el INTEF ha puesto en marcha un servicio de Portafolio de Competencia Digital para organizar dichas evidencias de aprendizaje, así como las certificaciones electrónicas de las competencias alcanzadas otorgadas a los alumnos que han finalizado los cursos MOOC y exponerlas, bajo control de cada alumno, a los posibles interesados.

Dicho lo anterior, no nos engañemos demasiado. Abierto, Gratis y Seguro es una combinación difícil. Educación y Formación abiertas necesitan, para ser viables y seguras, la participación decidida de las Administraciones Públicas.

Cuando leí la sección 4.5.3. Un ámbito concreto a destacar: Gobierno Abierto y competencias digitales del libro La Nueva Gestión del Empleo Público, me sorprendió un poco que agrupase en el mismo apartado. Sin embargo, vemos ahora que ambos conceptos están íntimamente conectados, del mismo modo que las Competencias Digitales están muy conectadas con los procesos de automatización y robotización de futura aplicación en las AAPP, así como también con los cambios en la naturaleza de los procesos selectivos delos futuros funcionarios, y los ulteriores planes de desarrollo profesional de los empleados públicos.

Ahora bien, creo que en lugar adoptar la propuesta basada en Salvatella y Magro en 2014, sería mejor usar el marco Digital Competence Framework for Citizens (DIGCOMP)  propuesto por la Unión Europea, a través de su órgano de investigación JRC.

Pero no querría concluir sin hacer mención de que no debemos centrarnos únicamente en la Competencia Digital, sino abordar aquellas requeridas para sobrevivir en el mundo actual, y que algunos autores denominan Competencias del Siglo XXI:

  • Formas de pensar:
    • La creatividad y la innovación
    • El pensamiento crítico, la resolución de problemas, la toma de decisiones
    • Aprender a aprender / metaconocimiento (conocimiento sobre los procesos cognitivos)
  • Formas de trabajar:
    • La comunicación
    • La colaboración (trabajo en equipo)
  • Herramientas:
  • Formas de vivir en el mundo:
    • Ciudadanía: local y global
    • Vida y carrera profesional
    • La responsabilidad personal y social

Al finalizar el artículo anterior hacíamos mención de una serie de propuestas del informe  “50 estrategias para 2050”, entre las que la educación, la formación, el aprendizaje a lo largo de la vida, y la preparación para el mundo futuro ocupan un lugar destacado.

En dicho artículo llamaba a prepararnos para este mundo futuro, especialmente en la Administración pública. En este artículo he formulado algunas propuestas para lograrlo.

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Elementos básicos de Administración Electrónica

Proseguimos en este artículo la publicación de las presentaciones empleadas en el curso sobre Administración Electrónica impartido por @feserdel y @yocuchi en la OEPM en la semana del 29 de noviembre al 3 de diciembre pasado, del cual ya hemos publicado la documentación de la primera jornada, dedicada a la Historia legislativa de la Administración Electrónica.

Hoy publicamos la presentación de la segunda jornada, que se centra en describir los elementos básicos de la Administración Electrónica: El Documento electrónico, la Sede electrónica, el Registro Electrónico y las Notificaciones Electrónicas.

Como la anterior, esta presentación se puede descargar de Slideshare y reutilizar por cualquier persona interesada. La licencia utilizada es Creative Commons Reconocimiento – CompartirIgual 3.0.

Sólo voy a hacer tres breves consideraciones sobre este material.

El primero se refiere a que estamos abordando aquí los aspectos de la «electronificación» de los procedimientos administrativos tradicionales. Este enfoque es el principal abordado por la Ley 11/2007 y por el RD 1671/2009, que contemplan las relaciones de los ciudadanos con la administración sobre todo desde el punto de vista de gestión de procedimientos y solicitudes de cualquier índole.

Obviamente, no es el único campo posible al que se  puede y debe aplicar la tecnología en las AAPP en su relación con los ciudadanos. Por ejemplo, tenemos un vasto campo de interacción en el marco del fenómeno de las redes sociales, ya comentado anteriormente en este mismo blog en el artículo Las Administraciones ante las redes sociales.

En segundo lugar, no puedo dejar de mencionar que me queda la impresión de que, tal como indicaba en el anterior artículo y en los comentarios subsiguientes, la traslación al mundo electrónico de los procedimientos y reglamentación «física» no siempre tiene sentido. Y cito mi propio comentario:

Quizás un ejemplo pueda ser ilustrativo. En el RD 1671/2009, se prevén cuatro medios de notificación electrónica: 1. a) Mediante la dirección electrónica habilitada, b) Mediante correo electrónico, c) Mediante comparecencia electrónica y d) Otros medios de notificación electrónica que puedan establecerse…

En la realidad, ningún sistema de correo electrónico actual cumple las condiciones de fehacencia necesarias, y el sistema del DEH utiliza como método de fehacencia la comparecencia electrónica. En resumen, que sólo hay un medio de notificación electrónica, que es mediante la comparecencia electrónica.

Esto es así porque en el mundo virtual desaparece el concepto de distancia, de aquí y allí. Cuando un ciudadano abre la página de una sede, ¿es el ciudadano el que sale de su casa para ir a la sede, o es la administración la que sale y se le presenta en la pantalla de su PC?.

Resulta pues absurdo prever tantos medios de notificación electrónica, que han sido previstos como una mera traslación del los medios al uso en el mundo real, cuando hubiese bastado uno solo: la comparecencia electrónica.

Estos mismos razonamientos se pueden aplicar a otros conceptos como “la facultad de presentar los escritos o solicitudes en cualquier registro” que tendría su sentido cuando el ciudadano tiene que desplazarse físicamente a presentar el escrito, y le resulta más cómodo ir al más cercano. Pero en el mundo virtual, lo mismo le cuesta ir a un sitio que a otro, de modo que lo más eficaz es presentar el escrito en el registro electrónico que pertenece al organismo competente para el trámite que se desea. Así que prever la posibilidad de la presentación de escritos en otros registros electrónicos es más complejo, más caro y mas ineficaz para el ciudadano, que no hacerlo.

En tercer y último lugar, y siguiendo los sabios consejos de un anterior jefe mío: «no hay que reinventar la rueda» y «consulta siempre al que sabe» quiero mencionar, al igual que se cita al final de la presentación, junto con las referencias utilizadas, que para la realización de este trabajo me he basado en diversos documentos publicados por Julián Inza, el autor del blog Inza.com, experto en seguridad y firma electrónica y al que considero un amigo personal. Gracias, Julián.

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Administración Electrónica

Una historia legislativa de la Administración Electrónica

En estos días estamos impartiendo, @yocuchi y yo, unas jornadas formativas sobre Administración Electrónica en la OEPM. El foco es dar un repaso a los aspectos normativos y a la tecnología aplicable en el momento actual a los proyectos de Administración Electrónica, con especial hincapié en los asuntos relacionados con la firma electrónica.

La primera jornada, impartida el lunes pasado, se dedicó a exponer la evolución histórica de las leyes y normas relacionadas con la Administración Electrónica. Esta es la presentación utilizada:

Obviamente se trata sólo de un breve extracto personal. Es imposible abarcar todo en detalle, además no serviría al propósito que se persigue, que es da una visión general de la evolución y un conjunto de referencias útiles.

Hablando de esa evolución legislativa, si me gustaría  señalar una impresión que he obtenido, consistente en que, hasta la aprobación de la Ley 11/2007, las normas existentes consideran la tecnología como un aspecto básicamente instrumental, es decir, como un medio para la realización de actuaciones y trámites administrativos de todo tipo, aunque de otra manera.

Pero a partir de 2007, con la publicación de la LAECSP, así como otra serie de normas aprobadas en ese año (Ley de Medidas de Impulso de la Sociedad de la Información, Ley de Contratos del Sector Público…) la tecnología, en el marco legislativo, adquiere cada vez un carácter transformador tanto de las relaciones con los ciudadanos como de la propia sociedad, impulsada por las AAPP.

Ello no obstante, se tiene una marcada tendencia en las leyes y normas aprobadas (incluso en algunas tan recientes como el RD  1671/2009, de desarrollo de la Ley 11/2007) a arrastrar en exceso el concepto de trámite y servicio tradicional e intentar adaptarlo como una mera traslación literal al mundo virtual. Ello no siempre es posible o deseable, y en ocasiones supone un lastre para la verdadera aplicación eficaz de las TIC a las Administraciones Públicas.

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¿Existe el Comercio Electrónico?

A principios de la década pasada (junio de 2001), un conocido Director General para el Desarrollo de la Sociedad de la Información, abría la VII Conferencia Internacional Computerworld con estas palabras:

 «Como primera aproximación al concepto e-organización me gustaría insistir en la paradoja de si realmente existe el e-business o solamente el business, y la e no es más que un nuevo modo de hacer lo de siempre«

Es decir, que realmente no existen los coches, las bicicletas, los camiones ni los autobuses, sólo existe el movimiento. El hecho de que para hacer ese movimiento se usen ruedas no es más que un nuevo modo de hacer lo de siempre: ir de un sitio a otro.

Y sigue:

«Poner la e delante de todo, puede incitar a pensar que hay dos mundos y realmente no es así«….»las e-organizaciones son las organizaciones de siempre que ahora incorporan nuevos procesos derivados del uso de la Red”….“lo realmente crucial estriba en la calidad de los servicios que ofrece y en la satisfacción que genera en los usuarios, y no en la ´E´»

Es una forma de pensar que no sería de extrañar en una persona ajena a la tecnología, pero chocaba bastante en un recien nombrado para un cargo que tenía la misión de desarrollar la sociedad de la información en España. En la excepción que se realizó para habilitar su nombramiento, se mencionaban «las especiales características de las funciones a desempeñar por el titular de la citada Dirección General, que corresponden a ámbitos tecnológicos especialmente avanzados y complejos» y de este modo se habilitaba el nombramiento de un no-funcionario para el cargo.

Es verdad que era el año 2001, y que entonces veníamos del pinchazo de la burbuja tecnológica. Valga esto como atenuante. Pero, desgraciadamente, ese reduccionismo de la tecnología a una mera cuestión instrumental sin mayor trascendencia no cesa: según refleja Andrés Nin en su Blog ¿Existe la “Administración Electrónica”?, en la intervención de ayer, dos de marzo,  de la Vicepresidenta Primera en el Congreso relativo a las prioridades en Materia de Función Pública, se acaba limitando todas las iniciativas en materia de eAdministración a una mera cuestión de formación de los funcionarios (y cito, nuevamente, pero ahora a la Vicepresidenta):

«Soy muy consciente, sin embargo, de que el éxito de la administración electrónica no se medirá, y así debe ser, por la modernización de estructuras e infraestructuras, sino por el uso que de ellas hagan los ciudadanos. Ciudadanos, como debe ser, cada día más exigentes.

Y para responder a sus demandas, a las demandas de una sociedad y una economía basadas en la información y el conocimiento, necesitamos un cuerpo de funcionarios con la capacitación adecuada.

Y para lograr este objetivo la formación es una pieza clave.»

Es decir, y traduzco el argumento, para que tenga éxito la Administración Electrónica, basta con que los funcionarios estudien tecnología (mejor dicho, Administración Electrónica). Seguiremos haciendo las mismas cosas, pero ahora sabremos cómo funcionan por dentro.

Una vez más, la reducción del papel de las TI en las iniciativas de modernización y mejora de los servicios de las Administraciones Públicas (con los ahorros que ello puede suponer), así como la creación de nuevos servicios, a  meras cuestiones accesorias o instrumentales parece indicar las carencias en la materia, precisamente, de aquellos que han elaborado el discurso.

Llevamos más de  una década diciendo, desde dentro y desde fuera, que el verdadero beneficio de las Tecnologías de la Información solo se obtiene si se aprovecha su poder transformador. Que no es hacer las mismas cosas por otros medios. Que es hacer las cosas de una forma diferente. Que es hacer nuevas cosas.

Si volvemos al símil del transporte, el desarrollo de la navegación marítima, de la locomotora de vapor, del motor de explosión y de los vehiculos motorizados con ruedas han transformado el mundo, tal y como lo conocemos. Por lo tanto, no es que sigamos yendo de un sitio para otro, es que vamos a sitios que no podríamos ir, o no lo haríamos con la frecuencia y con la comodidad con la que lo hacemos, gracias a la tecnología del transporte.

La Tecnología, como las Crisis, son grandes motores del cambio. Ignorar este hecho, o aplazarlo negándolo o minimizándolo, es tomar todas las papeletas para que resultes arrollado por sus consecuencias.

Como todos sabemos: cuando hay cambios, o eres tú el que cambia, o eres tú el cambiado.