Categorías
Ecología RSC Tecnologías de la Información

Agua

Allá por 1988, en mi época oriental, cuando trabajaba en Fujitsu Limited, visité la fábrica de Numazu, al pie del monte Fuji. Recuerdo que una de las cosas que más me impresionaron fué el montaje de fontanería necesario para hacer funcionar los super ordenadores de entonces, los FACOM 780. Estos cacharros se hacían bajo pedido y completamente a medida: desde antes de montar la primera pieza, ya tenían un destinatario, con nombres y apellidos, que les acompañaba por toda la cadena de montaje.

Los circuitos desarrollaban tal cantidad de calor que la refrigeración, consistente en una serie de tuberías que se acoplaban a los chip uno a uno,  suponía al menos el mismo volumen físico que el propio ordenador.

Los años 90 trajeron la moda del downsizing: supuestamente, los nuevos ordenadores, basados en «sistemas abiertos» permitían reemplazar a esos mastodontes, haciendo las mismas funciones, pero a un precio y con un tamaño muy inferior. Sorprendentemente, y aunque desaparecieron las tuberías, el tamaño del datacenter no sólo no disminuyó, sino que aumentó, al proliferar multitudes de esos pequeños «servidores» (ya no mainframes) que, especializados cada uno en funciones distintas, iban cubriendo poco a poco las necesidades de las aplicaciones de negocio, que se iba apoyando cada vez más para su funcionamiento en las TIC.

Estas demandas crecientes de tecnología han sido una constante en los 30 años que llevo como profesional dedicado a esto de las TIC. Junto con ellas, se ha producido una multiplicación del consumo energético de todas estas máquinas. Este consumo se ha visto aumentado también por el cumplimiento inexorable vaticinado por la Ley de Moore: la duplicación del número de transistores por circuito cada 18 meses.

El aumento del consumo energético hace que, hoy día, los problemas de refrigeración de los Data Centers se multiplican. Hace poco, Google patentó un CPD flotante que permitiría refrigerar los ordenadores directamente con el agua del mar.

En mi experiencia, el agua siempre ha estado cerca de los CPD, y generalmente no como aliado. En una ocasión nos encontramos con un trozo de techo caído encima de una pila de servidores, como consecuencia de una avería de fontanería que había ocurrido justo encima. En otra ocasión, las obras de remodelación del CPD sufrieron un percance, en forma de inundación del suelo bajo el suelo técnico, lo que provocó un apagado urgente de los servidores, ante el temor de que se mojaran todos los cables que viajan por esa zona y para evitar males mayores.

Además de esa interacción directa, el agua es un elemento fundamental que interviene en la generación de energía eléctrica que luego van a usar esos ordenadores de todo tipo. Me ha sorprendido leer, en un artículo del IEEE, que la energía que precisa la recarga de un iPhone, 6 watios/hora, necesita al menos medio litro de agua para generarse.

Las TIC no son, necesariamente, sólo un enemigo del agua; también pueden jugar a su favor. Se me ocurren muchos modos de actuar: informativamente, detectando la presencia o ausencia de agua en cada territorio, o mediante la previsión que las agencias meteorológicas realizan, no lo olvidemos, diariamente, y que requieren potentes ordenadores para evaluar la situación y prever su evolución con una precisión que era impensable hace sólo 10 años.

También es posible, y se está haciendo, la utilización progresiva de la tecnología para optimizar el consumo de agua, tanto en ámbitos urbanos como rurales, de forma que por ejemplo se activen los sistemas de riego sólo cuando las tierras y el cultivo lo necesitan, o bien ayudando a controlar la climatización de los invernaderos, con lo que eso representa de ahorro energético y por lo tanto del agua necesaria para generarlo.

¿Qué puede hacer un responsable TIC en las AAPP para proteger el agua?. En primer lugar, todas las medidas de ahorro energético, directas (disminución del consumo de los equipos a su cargo) o indirectas (propuestas de ahorro en las instalaciones implantando sistemas inteligentes) son útiles para preservar el preciado líquido elemento. En ciertos ámbitos, la contribución puede ser aún mayor, sobre todo si el destino pertenece a alguna administración, de carácter estatal, regional o local, en tareas relacionadas con el agua. Y en todo caso, como empleado público, con la misión de difundir el interés público por este asunto y proteger siempre que sea menester éste bien común.

Bueno para concluir, ya sabemos que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Pero el agua, como todo lo esencial, debe cuidarse desde ahora pero con visión lejana. De ese modo evitaremos encontrarnos un día lamentándonos por aquello que tuvimos y luego dejamos de tener.

Esta ha sido mi contribución al Blog Action Day 2010, dedicada este año a un tema fundamental: el agua. Os dejo con el vídeo insignia de ésta jornada, preparado por Change.org: