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La competencia digital del funcionario

No hace mucho seguí con interés un debate en Twitter sobre las capacitaciones digitales de los funcionarios, específicamente en los procesos selectivos (oposiciones) de incorporación a la carrera profesional, a raíz del artículo «La brecha digital en los procesos selectivos de personal. Cuando las oposiciones entierran la tecnología» de Sergio Jiménez publicado en www.LegalToday.com. En dicho debate planteaba la posibilidad de aplicar el mismo proceso llevado a cabo en educación para la elaboración del Marco Común de Competencia Digital Docente (MCCDD), para conseguir un marco de referencia (una definición, en suma) de competencias digitales que serían utilizables y exigibles, en según qué casos, para los procesos selectivos y para las promociones de los empleados públicos.

En este artículo voy a intentar concretar un poco más dicha propuesta.

Para empezar, el ámbito de las competencias digitales es un campo nuevo, en el que hay mucha actividad. No hay un único marco de referencia, pues en el ámbito de la educación, la UNESCO también tiene su propia propuesta: «Marco de competencias de los docentes en materia de TIC de la UNESCO«. Otras organizaciones como ECDL defienden su propia propuesta para la certificación de «competencias computacionales» (computer skills certification). Estos son sólo unos pocos de los numerosos que figuran en el estudio Digital Competence in Practice: An Analysis of Frameworks de Anusca Ferrari, en el que se basó la primera versión de la propuesta europea de Digital Competence Framework for Citizens (DIGCOMP).

La definición de Competencias Digitales utilizada en DIGCOMP proviene de la Recomendación 2006/962/CE sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente, y dice lo siguiente:

La competencia digital entraña el uso seguro y crítico de las tecnologías de la sociedad de la información (TSI) para el trabajo, el ocio y la comunicación. Se sustenta en las competencias básicas en materia de TIC: el uso de ordenadores para obtener, evaluar, almacenar, producir, presentar e intercambiar información, y comunicarse y participar en redes de colaboración a través de Internet.

En base a estas referencias, el Grupo de Trabajo de Tecnologías del Aprendizaje, dependiente de la Comisión General de Educación, que a su vez depende de la Conferencia Sectorial de Educación, llevó a cabo los trabajos de la elaboración del Marco Común de Competencia Digital Docente, publicado por primera vez en el blog de Educalab en 2014.

Al igual que el mundo digital evoluciona constantemente, también lo hace el MCCDD, y en 2017 se ha publicado una actualización, accesible en la página de Educalab dedicada a las Competencias Digitales Docentes. En esta página aparece una infografía que muestra la evolución del MCCDD desde 2012 hasta hoy.

Pero, por si mismo, el MCCDD no es sino una referencia; debe venir acompañado por las acciones que permiten utilizarlo. Así, se ha desarrollado todo un programa formativo en Competencias Digitales Docentes, que viene siendo implantado desde el INTEF desde 2014 en los cursos de formación en línea tutorizados y en los cursos de formación abierta MOOC y derivados. Es importante señalar que las competencias digitales no se aprenden en abstracto, sino de forma que puedan ser utilizadas de forma eficaz en la educación, y específicamente, en el aula, para poder aprovechar todas sus ventajas.

Del mismo modo, estas acciones formativas necesitan herramientas digitales de apoyo para ser plenamente eficaces. Así, se ha desarrollado una plataforma de emisión de insignias digitales (insignias.educalab.es), basada en Mozilla Open Badges, destinada al reconocimiento de las competencias adquiridas a través de los cursos de formación abierta antes referidos, así como una plataforma de gestión de las competencias digitales del docente estructurada según el modelo de portafolio, que estará disponible próximamente en la dirección portfolio.educalab.es. Todas las acciones relacionadas con el desarrollo de la Competencia Digital Docente se integran en la plataforma http://aprende.educalab.es/.

Paralelamente al desarrollo de estas acciones, en la Unión Europea has continuado los trabajos de evolución de la Competencia Digital del Ciudadano, que ya está en la versión 2.1, así como del resto de competencias digitales relacionadas, entre ellas la Competencia Digital Docente, que ha sido elaborada con las contribuciones del marco español, ya que fué uno de los primeros paises en disponer de ella. Un panorama de la evolución de los trabajos en este ámbito figura en la página de la UE «Aprendizaje y competencias para la era digital» (Learning and Skills for the Digital Era)

Es por lo tanto muy importante tener en mente que estamos en un campo de constante evolución, y por ello es muy necesaria la coordinación con todos los agentes, tanto a nivel internacional (principalmente, pero no sólo, la Unión Europea), como con los principales agentes educativos en España, a través de los órganos de coordinación con las Comunidades Autónomas, representados en la Conferencia Sectorial de Educación.

Hasta aquí, el camino recorrido; pero por supuesto queda mucho camino por recorrer. Aún tenemos pendientes el desarrollo de los aspectos legales y de certificación de la Competencia Digital Docente, como paso previo a su incorporación al currículo del docente, tanto en su formación inicial como en su formación continua; la incorporación de las competencias digitales en el currículo escolar de los alumnos; así como la incorporación de las competencias digitales de forma orgánica en el centro educativo, para lo cual estamos siguiendo la propuesta de la UE sobre las Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes.

Volvemos ahora sobre la cuestión inicial: ¿se pueden trasladar estas ideas para desarrollar un Marco de Competencia Digital del Funcionario?

Pero antes de responder directamente, sí que cabría reflexionar un poco sobre su necesidad y alcance. Hoy día en la Administración ya se utilizan las TIC de forma generalizada por lo que es indudable que la capacitación en su uso es una necesidad. Ahora bien, tradicionalmente la formación en TIC ha venido siendo muy instrumental, enfocada a herramientas concretas, o bien de carácter ofimático y derivados, o bien herramientas específicas desarrolladas por la propia administración para el soporte a los procesos administrativos, y por lo mismo, muy específicas del entorno o proceso concreto y poco escalables y ampliables a otros entornos. Este enfoque puramente instrumentalista no permite aprovechar mucho las capacidades de transformación (mejor dicho, de mejora gracias a la transformación) de las TIC. Además tampoco fomenta el reaprovechamiento de los aprendizajes realizados en un entorno determinado para otros entornos diferentes.

Por otra parte, los procesos selectivos de incorporación de nuevos profesionales a la administración, generalmente oposiciones, deberían valorar las posibilidades de los candidatos para utilizar las TIC en su futuro trabajo, en el sentido definido por la Recomendación de la UE sobre las Competencias Clave. Dado que ya existen referencias concretas en el ámbito europeo sobre lo que se entiende por Competencia Digital, concretadas en el marco DIGCOMP, parece bastante natural que los funcionarios estén preparados para trabajar con dicho marco. Y además, dado que se están dando importantes pasos para incorporar dicho marco en la educación, parece bastante probable que en un futuro no muy lejano dispongamos de una población suficientemente preparada en competencias digitales para poderlas exigir, también, en los procesos selectivos de incorporación a las diversas administraciones.

Dicho esto, también será importante entrar en algunos matices. Para empezar, no se pueden, ni se necesitan, las mismas competencias digitales en unos puestos de trabajo que en otros; por eso, el MCCDD está estructurado en niveles, seis actualmente, a semejanza del Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas: A1, A2, B1, B2, C1 y C2. De este modo, cada oposición puede establecer el nivel necesario en competencias digitales de los candidatos, de forma proporcional a los cometidos a desarrollar. Igualmente, tanto los programas formativos de los funcionarios como las convocatorias de concursos de promoción, pueden definirse en torno a esos niveles.

De especial interés es el tratar las competencias digitales de los niveles directivos de la Administración. A nadie se le oculta que una de las principales claves del aprovechamiento de las TIC en beneficio de la Administración pasa por la apropiada preparación de sus directivos. También aquí podemos aprovechar las iniciativas realizadas en educación; actualmente, y a raíz del Real Decreto 894/2014, de 17 de octubre, define las características del curso de formación sobre el desarrollo de la función directiva, es necesario, para poder ocupar un puesto directivo en un centro educativo, la realización de la formación directiva y la acreditación de haber superado dicha formación. Y en dicha formación, las competencias digitales deben ocupar un lugar preponderante. Por lo tanto, a través de este mecanismo, lógicamente tras un periodo de tiempo suficiente (el RD 894/2014 fija un plazo de cinco años), podemos empezar a esperar a disponer de directivos adecuadamente preparados para dirigir las unidades administrativas con las necesarias competencias digitales para realizarlo.

Resumiendo, la definición de un Marco de Competencias Digitales para Funcionarios parece no sólo posible, sino necesario. El camino seguido por el Marco de Competencia Digital Docente parece una buena referencia, y sin ser único ni inamovible, demuestra, en mi opinión, que se puede hacer para todo empleado público. Aunque también ofrece algunas pistas que nos pueden ayudar a llevarlo a cabo con éxito:

  • Elaborado y mantenido en colaboración con todas las administraciones implicadas, especialmente las autonómicas y las europeas.
  • Reconocido mediante la publicación en los respectivos diarios oficiales que sean de aplicación.
  • Asociado a los programas formativos adecuados, tanto en las formaciones iniciales que permiten presentarse a las oposiciones y concursos, como en los programas formativos internos de las administraciones y las correspondientes incorporaciones en los perfiles profesionales de las plazas ofertadas.
  • Implantado mediante las plataformas tecnológicas de soporte adecuadas para facilitar el reconocimiento, evolución, y desarrollo de las competencias digitales de los funcionarios.
  • Con especial hincapié en la preparación en competencias digitales de los directivos públicos, con acciones específicas dirigidas a su formación y reconocimiento.

Esta sería mi propuesta. ¿Opiniones?.

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Marcos de Competencia Digital en la Educación

Un mundo cambiante

Nuestro mundo está cambiando. La población total se ha multiplicado por tres en los últimos 60 años. Este aumento se está ralentizando: mientras que la una tasa de crecimiento anual era del 2% a mediados del siglo XX, ha ido disminuyendo, y actualmente tiende a valores cercanos al 1%. A su vez, la esperanza de vida ha ido aumentando, sobre todo en Africa y en Asia, confluyendo lentamente hacia los valores, cercanos a los 80 años, de Europa y América del Norte.

Estos cambios vienen acompañados de una transformación social a gran escala; aumento de la migración del campo a la ciudad, lo que provoca el crecimiento de los grandes núcleos urbanos; cambios en la agricultura; cambios en los transportes; generalización de la aplicación de las tecnologías a todos los ámbitos: agrícolas y ecológicos, industriales, sociopolíticos, culturales y personales. Ello también conlleva la aparición de nuevos problemas (o desafíos, como les gusta decir a los anglosajones): cambio climático, escasez de recursos, difuminación de las fronteras (no sólo físicas), nuevos problemas de seguridad a nivel global.

En algunos aspectos, lo característico de esta transformación es que se acelera progresivamente. Y, lo que es más importante, resulta cada vez más difícil predecir el futuro, o más bien, según la tesis de Nassim Nicholas Taleb, el futuro predecible no es lo importante, pues lo que realmente transforma el mundo es el futuro impredecible, “los cisnes negros”.

Vivimos, pues, en un mundo con cada vez más incertidumbre, donde se cruzan diferentes visiones de los mismos hechos pero no incompatibles entre sí, un mundo hiperconectado y por ello ubicuo, donde predomina lo efímero sobre lo perdurable, un estado de “beta permanente”. Es el paradigma VUCA.

La educación, entendida como la base sobre la que la humanidad ha construido su existencia, no puede ser ajena a estos cambios. Para seguir sosteniendo la evolución de la sociedad, la educación debe transformarse profundamente. Las habilidades y competencias de un ciudadano del siglo XXI deben ser muy diferentes de los ciudadanos del siglo XX, no porque tenga que saber cosas diferentes, que también, sino sobre todo porque tiene que estar mejor preparado para enfrentarse a lo desconocido, a tecnologías y profesiones que no existen todavía, a trabajar en cooperación en un mundo hiperconectado, a entenderse con otros provenientes de países y culturas muy diferentes, a relegar las tareas rutinarias a los dispositivos tecnológicos y dedicar su esfuerzo a la resolución de nuevos problemas, nuevos desafíos. Tiene que estar preparado, por ello, a que su desarrollo profesional y personal sea continuo a lo largo de toda su vida, y a cambiar con frecuencia de trabajo, y quizás, de ciudad o incluso de país.

Educación y Tecnología

Ni siquiera estamos hablando del futuro: estamos hablando del presente. Las Tecnologías de la Información (TI) están ya presentes en una abrumadora mayoría de los hogares y las empresas españolas. Según el INE, el 95% de los menores españoles entre 10 y 15 años usan el ordenador habitualmente, y el 65% dispone de móvil, según la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares del año 2015. Los datos del MECD (Estadística de la Sociedad de la Información y la Comunicación en los centros educativos no universitarios, del curso 2014-2015) muestran una disponibilidad de un ordenador por cada tres alumnos, así como un 92,7% de aulas habituales de clase con conexión a internet, y un importante aumento de las conexiones de alta velocidad (>20Mbps) de los centros educativos respecto al curso anterior, pasando del 12,0% al 25,6%.

Esta disponibilidad de tecnología, sin embargo, no parece traducirse, hasta ahora, en una mejora significativa de los resultados académicos, según el estudio de la OCDE “Students, Computers and Learning: Making The Connection. Pero también, en palabras de Andreas Schleicher,

Los sistemas escolares tienen que encontrar maneras más eficaces de integrar la tecnología en la enseñanza y el aprendizaje para proporcionar a los educadores entornos de aprendizaje que apoyen la pedagogía del siglo 21 y proporcionar a los niños las habilidades del siglo 21 que necesitan para tener éxito en el mundo de mañana.”

El estudio de la UNESCO Replantear la educación también insiste en que:

los educadores, en este nuevo mundo cibernético, están obligados a preparar mejor a las nuevas generaciones de ‘nativos digitales’, para que puedan hacer frente las dimensiones éticas y sociales no sólo de las tecnologías digitales existentes, sino de las que están aún por inventar”.

De hecho, ya se perciben cambios importantes que están teniendo lugar gracias a la aplicación de la tecnología en la educación. El informe Horizon 2016 prevé tendencias a corto, largo, y medio plazo como el aumento de asignaturas específicas de programación (coding), el aprendizaje colaborativo, y finalmente el rediseño de los espacios de aprendizaje, que replantea en el fondo el funcionamiento completo de la escuela.

Existen fuertes presiones para este cambio, que provienen por un lado del mundo laboral, el cual espera cada vez menos trabajadores para hacer tareas repetitivas, de las compañías tecnológicas que demandan más programadores, y de los avances científicos, como en neurociencia que permiten mejorar el aprendizaje gracias al conocimiento del cerebro y de sus mecanismos de funcionamiento.

No obstante este cambio no viene sólo sino acompañado de desafíos, como la necesidad de adaptación y preparación de los docentes en estas nuevas competencias, la necesidad de asegurar la igualdad de oportunidades de los alumnos para el acceso al mundo digital y a las competencias que se derivan de él, y a alcanzar los prometidos logros de la educación personalizada gracias a la aplicación de las TIC en la educación.

La explosión del  mundo digital ha introducido factores nuevos que hay que comprender correctamente para poder incorporar sus ventajas en la sociedad y en la educación. Resulta fácil hacer paralelismos entre, por ejemplo, “comercio” y “comercio electrónico” o “educación” y “educación digital”, pero cuando añadimos la dimensión digital a algunos de los aspectos de nuestro mundo, tenemos que tener en cuenta que el paralelismo es limitado, y sólo si comprendemos las posibilidades y, sobre todo, la forma de aplicar las TIC es cuando podemos aprovechar todas sus ventajas.

Marcos de Competencia Digital

Llegados a este punto, surge la necesidad de adoptar un lenguaje común. Específicamente, necesitamos ponernos de acuerdo en lo referente al significado de las tecnologías digitales cuando las aplicamos en nuestro mundo “real”, y en particular en lo que significa de verdad su utilización, y en concreto, en el ámbito educativo. Según el Parlamento Europeo (RECOMENDACIÓN DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 18 de diciembre de 2006 sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente (2006/962/CE):

La competencia digital entraña el uso seguro y crítico de las tecnologías de la sociedad de la información (TSI) para el trabajo, el ocio y la comunicación. Se sustenta en las competencias básicas en materia de TIC: el uso de ordenadores para obtener, evaluar, almacenar, producir, presentar e intercambiar información, y comunicarse y participar en redes de colaboración a través de Internet

Sobre esta base, la UE, a través del organismo de investigación JRC (Joint Research Centre) lleva tiempo trabajando en la definición de la Competencia Digital y su aplicación a diversos ámbitos de la sociedad y en particular de la educación. Así en 2013 publica el Digital Competence Framework for Citizens (DIGCOMP), que actualmente está siendo actualizado (DigComp 2.0).

A su vez, el INTEF, apoyado en esta definición, y a través del Grupo de Trabajo de Tecnologías del Aprendizaje, en cooperación con las Comunidades Autónomas, desarrolla y publica el Marco Común de Competencia Digital Docente (MCCDD), también en 2013. Este Marco viene siendo aplicado desde entonces en el desarrollo de los programas formativos del INTEF, los cuales por supuesto tienen un componente digital importante en todos ellos, no solamente en cuanto a la forma (cursos en línea, cursos abiertos MOOC, NOOC y apps de autoformación para iOS y Android) sino también en cuanto al fondo, esto es, gran parte de los cursos impartidos abordan las competencias digitales y metodologías de aprendizaje innovadoras que son posibles gracias a la aplicación de las tecnologías digitales.

La necesidad de acreditación en competencias digitales para los alumnos de los cursos del INTEF ha llevado a la creación de un servicio de insignias, que almacena y publica las certificaciones digitales de los alumnos, alcanzadas gracias a la realización de los cursos, y la próxima aparición del servicio de Portafolio de Competencias Digitales Docentes.

El MCCDD, así como el marco europeo DIGCOMP están siendo también utilizados por diversas comunidades autónomas, como:

El INTEF también ha propuesto el Marco de Competencia Digital Docente español (ya traducido al inglés) como base para algunos proyectos europeos en los que participa, como el proyecto MENTEP, “Mentoring Technology-Enhanced Pedagogy”. Se trata de un proyecto de experimentación para orientar la mejora de la enseñanza con tecnología- TET – Technology Enhanced Teaching.  Un proyecto en el que participan 15 países, y que coordina European Schoolnet, trabajando para analizar y autoevaluar en qué medida la pedagogía mejora cuando se pone en práctica en las aulas a través de la tecnología.

Ahora bien, la formación del profesorado en competencias digitales no es suficiente para conseguir la introducción de estas tecnologías en el aula. Para que deje de ser un proceso experimental y aislado, toda la organización debe implicarse, y especialmente el centro educativo. Por este motivo, en 2015 se presentó el Marco Europeo para Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes, el cual abarca aspectos como infraestructuras, comunicación y colaboración, contenidos y currículo, evaluación, desarrollo profesional, prácticas docentes, y, sobre todo, prácticas de gobernanza y liderazgo.

El 24 de mayo de 2016 el INTEF  celebró una Jornada sobre Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes dirigida a responsables del diseño e implantación de políticas educativas en todos los niveles, directores de centros y representantes de grupos de interés del sector educativo, cuya finalidad era presentar el marco, dar visibilidad a las acciones que las organizaciones internacionales y las administraciones educativas están implementando para conseguir los objetivos del marco DigCompOrg, así como la visión de algunos representantes del sector empresarial y educativo.

No debemos cerrar este capítulo sin mencionar el Marco de competencias de los docentes en materia de TIC de la UNESCO, que se presentó por vez primera en 2008, y que recientemente se ha publicado la versión 2.0. Se trata de un marco que incluye aspectos de pedagogía y organización, por lo que está a caballo entre los marcos europeos del ciudadano y de las organizaciones.

Ideas para el presente y el futuro

Se suele admitir que la aplicación de las TIC es un importante motor de la Innovación. Sin embargo, la innovación no es un resultado automático del mundo digital. Se trata más bien de un proceso, que tiene sus propias reglas, y que se puede aprender y se debe enseñar. La generación de ideas nuevas y su aplicación, siempre con el objetivo de mejorar algo, es también algo que implica a la organización y no sólo al individuo.

Por otra parte, el proceso de incorporación de las TIC en la enseñanza tiene diferentes etapas, pues se puede realizar de manera progresiva. Un buen marco de referencia es el modelo SAMR (sustitución, aumento, modificación y redefinición), siendo estas dos últimas etapas donde realmente se aprecia las ventajas de las tecnologías digitales. Por desgracia, inicialmente, las TIC en la educación se suelen situar en las dos primeras, por lo que es necesario tener la visión final de adonde queremos llegar y el camino a recorrer.

En este camino, podemos formular un conjunto de principios como los siguientes:

  • Poner el foco en la mejora de la educación mediante el uso de las TIC.
  • Con el objetivo de la preparación integral de los alumnos para la sociedad que les espera.
  • Basado en la formación de los docentes como catalizador que les permita aprovechar las TIC en aras de alcanzar el objetivo.
  • Consiguiendo que la tecnología sea transparente, funcionando como se espera, sin complicaciones.
  • Proporcionando versatilidad en el uso de los recursos educativos digitales: libertad de cada docente para elegir y organizar los más apropiados en cada caso.
  • Realizando la planificación y ejecución en base a proyectos educativos.
  • Involucrando en la estrategia a toda la organización para que sea viable.
  • Y evaluando los procesos y resultados para poder mejorar y adaptarse a los cambios.

Nadie dice que este camino sea sencillo. Un elemento esencial es la gestión de la complejidad. En el mundo educativo intervienen muchos agentes: docentes, alumnos, y familias. Pero también las diversas Administraciones, y otras organizaciones, así como las empresas privadas del mundo educativo y del mundo tecnológico. Difícilmente pueden salir adelante los proyectos sin la colaboración de todos.

Y tampoco se pueden diseñar soluciones tipo “rodillo” ya que la complejidad se extiende a todos los niveles. Dos alumnos no son iguales, al igual que dos clases son diferentes entre sí, lo que también pasa con los centros educativos, con las administraciones y con los países. Puede haber soluciones que funcionen en un contexto y no en otro. Por ello es necesario el esfuerzo y la flexibilidad a todos estos niveles, aprovechando los factores comunes, pero dejando espacio para los factores diferenciadores.

Quizás la clave del éxito sea utilizar un proceso o ciclo de mejora contínua, que se utiliza habitualmente en ámbitos de gestión, en el que, tras el planteamiento de los objetivos, se prepara el plan valorando las diferentes alternativas, se aplica, se miden los resultados, se evalúan, y  finalmente se reflexiona sobre el logro de los objetivos así como la posible redefinición de los mismos. Este proceso se puede aplicar en todos los niveles y para todos los proyectos, y su repetición da, a largo plazo, buenos resultados.

Conclusión

Empezábamos el artículo hablando del cambio acelerado y terminamos hablando de la gestión de la complejidad. Del fructífero libro “El Cisne Negro” antes mencionado, extraigo esta cita:

El gran entrenador de béisbol Yogi Berra tiene su dicho particular: «Es difícil hacer predicciones, en especial sobre el futuro»

En este texto hablamos mucho sobre el futuro, pero sería un error intentar predecirlo, y por lo tanto, diseñar nuestros planes sobre exclusivamente sobre la base de lo que creemos que va a suceder. Más bien pretendemos hablar sobre cómo deberíamos vivir nuestro presente para estar preparados para el futuro, esencialmente incierto. Ello implica, fundamentalmente, una actitud de estar siempre alerta, de escuchar todas las señales, tanto las que nos gusten como las que no, y del preguntarse “¿qué pasaría si…?” y después experimentar.

NOTA: Este texto está basado en la charla impartida el pasado 14 de septiembre en el marco del Congreso CEDI en Salamanca, cuyo PowerPoint de apoyo enlazo a continuación.