Es una obviedad, pero todo aquel que expone públicamente lo que piensa, todo aquel que hace propuestas, incluso aunque sepa mucho, aunque lo haya estudiado y verificado con esmero, necesariamente va a encontrar que algunas de las personas que lo leen no estarán de acuerdo con lo que escribe, y de entre ellas algunas lo expresarán, y probablemente en la mayoría de los casos de forma razonada y comedida, aunque en un escasísimo porcentaje lo harán de forma tosca o maleducada.
No pasa nada. Así es la conversación en la red.
Pero tampoco es necesario permitirlo todo o entrar al trapo con cualquiera. En el artículo que escribí sobre la externalización y las agencias, se acabó derivando el debate hacia extremos muy distorsionados de la idea original, y tuve que cortarlo.
Enrique Dans (http://www.enriquedans.com) lo explica muy bien en su artículo La piel gruesa:
«Se acabó. Desde hoy, la conversación en esta página va a seguir otros derroteros. Por el momento, los comentarios están moderados, lo que provocará una menor agilidad en la conversación, dependiente del momento en el que pueda entrar a aprobarlos. Veremos si esto se mantiene, o vuelvo al viejo esquema de quitar la moderación y simplemente eliminar la basura, porque obviamente tiene sus problemas de referencias cruzadas y mantenimiento de la coherencia. Pero no, este foro no privilegiará más el comentario provocador, escandaloso, soez o maleducado. Todo aquel comentario que me resulte personalmente desagradable, que disienta de manera molesta, que utilice la ironía de forma cruel o que simplemente descalifique porque sí, no pasará el filtro.»
WordPress.com, donde alojo mi blog, ofrece una funcionalidad cómoda y efectiva: modera los comentarios a priori para cada nuevo comentarista. A partir de un primer comentario aprobado, los ulteriores del mismo comentarista pasarán sin aprobación previa.
Hay otro tipo de críticas sobre los artículos, que también he recibido, pero no a través del blog, sino en persona. Como digo, hay que estar preparado para las críticas.