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El BOE en la era de la WEB 2.0

logo_boeMe van a disculpar mis compañeros del Boletín Oficial del Estado, entre los cuales cuento buenos amigos, por el título de este post, que no va directamente contra ellos, aunque son parte implicada, al menos instrumentalmente.

Resulta que, de nuevo, el post de Rafa Chamorro «Las Redes Sociales versus La Administración Pública» me ha hecho volver a reflexionar sobre el mundo en el que nos movemos los funcionarios, y más concretamente en el ámbito legislativo y normativo, que es base de nuestro trabajo, y también de muchas de nuestras preocupaciones.

Estas Leyes, Ordenes y Resoluciones toman cuerpo y vida cuando son publicadas en el BOE, siendo este acto la finalidad de gran parte de nuestro trabajo, y el origen del resto. Si pudiese me leería y estudiaría toda la legislación que me afecta directamente, pero es una tarea que me supera, y que además no corresponde con el enfoque de actividades que llevo a cabo diariamente, muchas de ellas asociadas a Googles, e-mails, blogs, excels, words y carpetas de archivos. Ya sabéis a lo que me refiero.

Y digo que no encaja porque al leerse una de las disposiciones legales, o en las ocasiones en que contribuyo a la redacción de alguna, siempre me parece que he retrocedido cuarenta años en el tiempo, y sobre las cuales no ha surtido efecto alguno la revolución de las artes y las ciencias de la comunicación y la información.

Para empezar el enfoque del texto es claramente lineal, con una exposición de motivos, un articulado más o menos extenso, algunas disposiciones adicionales, transitorias o no, anexos en su caso (¡con tablas algunos!) y salpicados algunas referencias a leyes o disposiciones aplicables, normalmente de rango superior. Ah! y como sería imposible poner todas las referencias, una coletilla del tipo «…y el resto de la legislación aplicable».

Sin embargo, la naturaleza de la información legislativa es claramente hipertextual. Ni siquiera una organización jerárquica o relacional, que es la que intuitivamente se tiene en cuenta al redactar o leer estos textos, resulta suficiente para comprender su alcance o aplicar su contenido. Es decir, que la legislación es una verdadera maraña, sobre todo cuando se pone en el contexto de otros marcos legislativos aplicables, locales, autonómicos, estatales o comunitarios.

Yo descubrí el hipertexto de la mano del HiperCard, aquel programa que venía incluido en los primeros Macintosh, mucho antes de utilizar mi primer navegador de Internet. Enseguida me encantó, pues esta forma de ver la información despliega un mapa ante tí en el que puedes navegar segun tus necesidades o gustos, y por lo tanto personalizando a la medida de cada cual la visión de la información. En definitiva, haciendo divertido algo que en si mismo podría ser más o menos tocho.

¿No os parece que sería divertido y útil que todas esas publicaciones del BOE (u otros boletines oficiales) incluyeran directamente los enlaces a otra información aplicable, sea generado por el autor o por alguna de las herramientas que actualmente pueden generar esos enlaces de forma más o menos automática?. Esto ya sin atreverme a sugerir que muchos de los farragosos párrafos descriptivos de procesos u organigramas sean reemplazados por gráficos (interactivos o estáticos) (*).

Pero, aún siendo útil y divertido, la WEB 2.0 no es eso. La WEB 2.0 aplicado al BOE sería algo así como:

  • Mientras leo una disposición en el BOE me surge una duda. Accedo al FORO correspondiente y planteo la duda, sobre la que alguno de los lectores habituales responde, quizás contando su caso y aplicación concreta, y sobre el conjunto de respuestas y contrarespuestas extraigo la conclusión que sea.
  • O bien se me ocurre una mejora o una precisión sobre el texto. Accedo a la herramienta de comentarios y anoto el mismo, sobre la cual otros lectores pueden a su vez añadir sus propios comentarios.
  • Me notifican automáticamente por email cuando surge una respuesta a alguno de mis comentarios, o cuando surge información nueva relevante sobre la base de un filtro que he confeccionado al efecto.
  • Estos diálogos abiertos me ponen en contacto con otras personas con problemas o necesidades paralelos a los míos, con los cuales establezco comunicación directa (email, teléfono…) cuando surja la necesidad.
  • La sucesivas redacciones o modificaciones de leyes o disposiciones parten de la versión anterior, con todos estos comentarios o sugerencias añadidas como punto de partida para su mejora o clarificación. La existencia de estas posibilidades mejora la calidad de las leyes y acorta el ciclo de su modificación y mejora(**).
  • Otra hermosa aplicación sería un WIKI asociado al BOE, sobre el que los propios expertos que han elaborado las normativas, o los usuarios avanzados, pueden ir construyendo una información categorizada y enlazada para facilitar su aplicación.

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(*) Todo esto sin entrar en el contenido de la legislación aplicable a la tecnología o a la gestión de la misma, empresa mucho más árdua y que merece ser diseccionada en otros posts.

(**) No hay que temer a que aumente la frecuencia con la que se modifiquen las leyes, si existe un buen sistema para estar al corriente de ellas y de su aplicación. Actualmente el mejor sistema parece ser la memoria de cada cual, motivo por el cual las leyes se demoran mucho en su modificación, ¡para no tener que aprendersela de nuevo de memoria!.

(***) Se me olvidaba una de las grandes ventajas del BOE Hipertextual: actualmente se utiliza con profusión el «corta y pega» entre disposiciones, en lugar de simplemente remitirse al artículo aplicable, pues esto facilita la lectura si no hay enlace directo. Por ello, si se modifica la legislación de origen, habría de reformarse muchas de las disposiciones que replican sus contenidos, de forma manual y artesanal, cosa que no sería necesario en el caso de usar hipertexto.