Miguel habló:
– Oye MICA, vamos a tocar un tema siguiendo el ritmo del viejo Dizzie Gillespie, ya sabes, con un poco de sonido latino y sin dejar el ambiente festivo. Yo empezaré tocando unos compases de entrada y luego tú me sigues.
Algunas luces parpadearon en la consola.
Una partitura se dibujó en la pantalla y un metrónomo comenzó a repetir el regular «TOC-TOC». Una voz asexuada dijo:
-Cuando quieras, Miguel.
y ambos empezaron a tocar.
Alrededor de 1990 escribí un artículo para publicar en la revista de mi empresa, Fujitsu España. El artículo versaba sobre la relación entre las computadoras y la música. En él hice un didáctico repaso a las múltiples relaciones entre la tecnología y la música, en el estado del arte de aquel entonces, llegando incluso a abordar el asunto de la Inteligencia Artificial aplicada a las herramientas de ayuda y colaboración en las tareas de diseño e interpretación musical.
En este artículo se abordaban interesantes cuestiones como la gestión de las emociones y sentimientos por parte de los ordenadores, o la explotación de las matemáticas fractales de Mandelbrot como fuente de inspiración para la composición musical.
Como curiosidad, en el artículo se mencionan varios instrumentos digitales innovadores, entre ellos el denominado «VideoHarp», el cual fué patentado en 1990 en USA con la patente US4968877 (A) – VideoHarp.
Por aquella época yo era miembro de la ICMA (International Computer Music Association) e incluso asistí a alguno de sus congresos internacionales, en concreto uno que se realizó en San José, California, en 1992.
Mi sueño era entonces diseñar un programa o sistema que realizase un acompañamiento automático, basado en algunas instrucciones simples de tipo general, y luego el programa «escuchaba» lo que el músico tocaba y generaba un acompañamiento adecuado.
Curiosamente, y a pesar de todos los avances en la tecnología, aún parece que estamos lejos de llegar a ver sistemas como éstos.
La música ha sido desde hace muchos años un gran «driver» de la tecnología. Quiero decir que varias ramas de la tecnología electrónica primero, y digital después, se aplican de forma intensiva en el diseño de instrumentos musicales, así como de los sistemas de grabación, procesado, almacenamiento y transmisión. Por ello se puede aprender mucha tecnología estudiando simplemente la tecnología musical.
Durante muchos años me interesaron estos temas. Aparte de mis limitados conocimientos musicales, y de participar esporádicamente en una banda con amiguetes, también diseñé y construí algunos instrumentos musicales electrónicos con tecnología digital. Tenía grandes ideas para hacer algo mejor pero no tenía ni el dinero ni el tiempo. Lamentablemente no se me ocurrió patentar estos diseños. Quizás si lo hubiese hecho habría conseguido pingües beneficios por la explotación de estas patentes por marcas como Yamaha, Casio, Roland, o Kurtzweil.
Para los interesados en esta lectura arqueológica tecnológica de verano, aquí les dejo mi artículo:
1990 Felix Serrano – Computer Music Notas y Bits (PDF)