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El dilema del Director General

Juan Miguel MárquezMe encanta debatir con Juan Miguel Márquez. Es un hombre cercano. Creo que le entiendo, y creo que el me entiende, aunque no compartamos algunos puntos de vista.

Ayer, en La eAdministración a debate, con Yanina Welp y unos amigos, la mayoría reincidentes en eventos jueveseros, fueron alternando Juan Miguel y Yanina, discursando en respuesta a las preguntas sobre:

  • ¿Qué es la eAdministración?
  • ¿Cómo llegar a ella?
  • ¿Qué estamos haciendo bien?
  • ¿Qué podemos mejorar?

Hay que tener valor para abrir el debate con esta afirmación: «Pronto habrá que quitar el apellido de Electrónica a la Administración«. Viniendo del flamante nuevo Director de Administración Electrónica, y que bajo su anterior mandato se aprobó una ley crucial para su desarrollo, la ley 11/2007. Efectivamente, el meollo de la cuestión no es la tecnología en sí, sino su poder transformador. Por eso Juan Miguel habla ahora de renovar el resto de las leyes, la de Procedimeinto Administrativo entre ellas, porque obviamente la aplicación de la tecnología no alcanza todo su potencial si no se reforman las estructuras, cosa que nos hartamos de decir en este blog y en la mayoría de los que componen la Blogosfera Pública.

Salió, mediado el debate, el asunto de los indicadores. Que si hemos mejorado por aquí, que si hemos avanzado por allá. Soy bastante critico con los indicadores. La mayoría no miden nada útil para el ciudadano. De disponibilidad estamos pasando a madurez (uso de los servicios). Para mí sigue sin ser suficiente.

Ahora se empiezan a crear indicadores compuestos, mezclando, disponibilidad, uso, contenidos y calidades varias. No está mal, pero el peligro de estos indicadores es su utilización interesada en fabricar el indicador compuesto para que demuestre la tesis que queramos, sea favorable o desfavorable al asunto que nos interesa ensalzar o denostar.

Si hay que crear un indicador de eficiencia de la eAdministración, por ejemplo se me ocurre el siguiente: Por cada euro dedicado a la eAdministración, ¿cuántos euros ahorra el estado al ciudadano en términos de simplificación de trámites, ahorro en desplazamientos, acortamiento de plazos, y paz de espíritu?.

Agradezco a Juan Miguel su alabanza al funcionario: «la inmensa mayoría tiene una verdadera vocación de servicio público» pero no lo comparto. Algunos tienen esa visión presente, pero la mayoría están cegados por El amor al trámite.

Decía Juan Miguel estar preocupado por dos cuestiones cara a futuro: cómo aumentar la transparencia y la participación. Pero no tener muy claro como resolverlo, especialmente el segundo. Bueno, a mi, que me gusta hacer propuestas, le propongo una para mejorar la participación en la eAdministración: dar premios. Si, algo así como el «pasajero un millón», cuando uno visita la página 060.es, le puede salir un anuncio «Es usted el visitante un millón, le ha tocado una PDA!!!».

Muy interesantes las aportaciones del escaso público: desde los funcionarios que ven una distancia sideral entre la tecno-administración y la realidad cotidiana, hasta el despiste, confusión, dispersión de competencias y de soluciones de las diversas administraciones, así como un marcado escepticismo respecto a la tecnología y que su aplicación pueda de verdad mejorar la vida del ciudadano.

Juan Miguel es un convencido defensor del concepto «ventanilla única«, no en vano gestiona el 060. Yo no creo demasiado en ese concepto, sobre todo si se implanta de forma jerarquizante, ya que de ese modo no se puede resolver el gran problema que es, en mi opinión, de coordinación y de actualización de la información y de los enlaces, y que es el gran problema actual del 060. Más bien creo en las redes: sistemas horizontales, basados en Web Services, RSS, o tecnologías similares, donde cada uno es, o puede ser, productor y consumidor, y donde la agregación es personalizable por el propio usuario. Ejemplo: Mypage: «Portal ciudadano de autoservicio» de Noruega.

Reconocer los problemas es el primer paso para resolverlos. Pero Juan Miguel padece un dilema del que es difícil escaparse. Ocupa un puesto para el que ha sido designado políticamente, lo que le impulsa a dar una visión opitimista, tan optimista que en algunos momentos se pasa, como cuando dió a entender que la eAdministración comenzó él con la creación de la red SARA y el 060, los grandes proyectos de su mandato.

Nada se crea de la noche a la mañana, y dos años en estos términos son justo eso, un breve plazo que sólo da para hacer «poblados de lo oeste» que es el grave riesgo que tiene el brevísimo plazo de implantación de la, por otra parte excelente, ley 11/2007, como dijimos en El plan de desarrollo de la LAECSP: una oportunidad perdida.

Y si no fijaos en los turcos: ocho años para el Proyecto UYAP de eJusticia , y ahora empieza a funcionar. Un modelo a seguir.

Por diseño, un Director General es un puesto ejecutivo por excelencia. Maneja recursos y proyectos y se esperan de él esperan resultados. Debe conocer bien el terreno en que se mueve, plantear retos, ser realista y líder. Debe estar cerca de su equipo si quiere que todo funcione. Todo esto lo sabe muy bien Juan Miguel.

Pero cuando tu origen es político no puedes dejar ver demasiados problemas, el mensaje siempre debe ser «lo nuestro va bien» aunque no siempre vaya bien. Un verdadero dilema.

Espero, confío, en que Juan Miguel, que es un tipo listo, sepa manejar el dilema con solvencia. Mientras tanto, y para él y para todos los lectores de este blog, mi lectura recomendada de hoy: Propuestas e-gov 2.0 , de la mano de ManuEderra , un excelente resumen de futuro de lo que puede y debe hacerse en materia de Administración Electrónica (encontrado gracias a Alorza: eGov2.0 a escala humana).

POST DATA: Me acabo de enterar que me acaban de publicar un vídeo con lo que dije. Y yo ni me enteré. Si lo llego a saber, me hubiese pasado antes por la peluquería ;-).

II B&K: Felix Serrano refuta el optimismo electrónico de Juan Miguel Márquez

Por Felix Serrano

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6 respuestas a «El dilema del Director General»

Entenderse con alguien siempre es bueno.
Juan Miguel conversa bien pero pone los plazos mal. La Ley está bien pero el Plan de actuaciones tienen unos plazos de vértigo en algunas medidas.

Lo de la transparencia para mi es vital sin transparencia no habra participación.

Yo también creo que la ventanilla única es un concepto trasnochado y mal utilizado para crear la única ventanilla. ¿quién dice que el concepto de ventanilla única sea una única ventanilla?
El concepto debería ser utilice cualquier ventanilla la que le venga bien la que prefiera, la tenga a mano en todas se le da el mismo servicio (el que me hay oido alguna vez, ultimamente no hablo de esto, sabe a lo que me refiero). Es contradictorio hablar de multicanal y empeñarse en una única URL.

Lo que suele suceder es que cuando uno entra nuevo en algún sitio (por ejemplo a un DG) hay cierto tipo de gente que en seguida se apresutra a llenarte la cabeza de cosas no todas correctas, a medida que uno aprehende va poniendo las cosas en su sitio. Quizás en el 2009 dejemos las ventanillas únicas, y hablemso de otras cosas.

En cuanto a la mania que tienen los Directores Generales de que el mundo lo inventan ellos me parece que es común a todos (por lo menso a los que yo conozco). Pero las hay peores por ejemplo las del que :
– ni come ni deja comer.
– topami : o lo hago yo o nadie
– como me lo paso jorobando
– el prepotente humillador (es el que más detesto)

Me gustó este artículo cuando lo leí, pero como en aquel momento no tenía la tranquilidad necesaria para enviar un comentario, lo hago ahora.

Yo también pienso que Juan Miguel Marquez es un hombre cercano y que se le entiende bien. Le he escuchado un par de veces y esa es la impresión que saqué en ambas.

Comparto con él que lo importante no es la tecnología en sí, sino la transformación de la administración que seamos capaces de conseguir mediante su aplicación y otras medidas, por ejemplo, organizativas.

También estoy de acuerdo en el tema de los indicadores. La mayoría de los que se manejan dicen bien poco. Y el que propones es muy potente, pero no me parece fácil de medir. ¡Sería la bomba saber la rentabilidad que le sacamos a cada euro gastado en administración electrónica! Bueno, y también en cualquier otra materia.

Por otra parte, estoy preparando un post sobre las ideas del borrador de ponencia marco del PSOE en relación con la administración pública y, efectivamente, se hace hincapié en los dos conceptos que cita Marquez: la transparencia y la participación. Supongo que tendrá que ver con que él habrá sido uno de sus autores.

Dice Montaña que Juan Miguel Marquez pone los plazos mal. ¿Y quién pone los plazos bien en la administración ;-)?

Iñaki: Pedro Maestre hacía el siguiente ejercicio: Si el tiempo medio que tarda un ciudadano en realizar un trámite presencial es de una hora (en una ciudad como Madrid puede ser con frecuencia mayor) y el coste de esa hora, para un trabajador en activo, es de, pongamos, 10 euros, y si lo hace telemáticamente emplea cinco minutos (equivale a 1 euro), entonces el ahorro para el cuidadano sería de 9 euros por trámite. Si ese trámite se realiza, por ejemplo 1000 veces al mes, entonces podemos invertir 9.000 euros de dinero público al mes en automatizarlo, obteniendo beneficios si gastamos menos o si el número de trámites al mes aumenta, o si por ejemplo aplicamos economías de escala y reutilizamos el sistema diseñado para ese trámite para otros trámites.

Montaña: el problema de los plazos no es exclusivo de la administración, más bien parece un problema de idiosincrasia carpetovetónica. En otras latitudes se dá menos o no se da. Aquí el retraso en la ejecución, incluso con fechas comprometidas, se dá por bueno, o sea no repercute en penalidades para el incumpliente. Hay una gran tolerancia, que incluso se refleja en las leyes.

Por ejemplo en la Ley General de Subvenciones, cuando un beneficiario incumple los plazos para presentar las justificaciones, la propia ley establece un plazo adicional de 15 días, a partir de la notificación del incumplimiento del plazo establecido inicialmente.

Otro dato: las prórrogas de ejecución de proyectos subvencionados están a la orden del día, no quiero dar cifras aquí, pero son muy frecuentes.

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